9:05 de la mañana. Ya he dejado a los niños en el cole y me voy a currar.
Un día de perros, uno de ésos en los que da igual que lleves paraguas; hace tanto viento que la lluvia se cuela por todos lados. Además lleva así toda la noche y se prevée que siga tooodo el día.
Voy cargada con una megabolsa llena con las katiuskas y los chubasqueros de los niños. Ya que sólo para ir de casa al cole, deben ir bien pertrechados con la que está cayendo.
Bajo la cuesta con cuidado. Es la más empinada de mi pueblo y resbala un huevo, además no he sido dotada con el don de la gracilidad y el equilibrio.
A mitad de la cuesta me encuentro con una chica subiendo, que arrastra contra el viento una bici pequeña (aún con ruedines). La niña de unos 5 años que va encima, no sólo no pedaleaba sino que además lloraba, gritaba y babebaba.
Instantáneamente me solidarizo "¡Pobres! ¡Con la que está cayendo se están empapando!"
Luego me doy cuenta de la absurda situación y me imagino la historia completa.
Esa niña va al cole.
Por la hora k es ya llega tarde.
La niña se ha empeñado en salir con la bici.
Imagino que con el día que hace, la madre le habrá intentado quitar la idea de la cabeza.
La niña se enrroca y se enrrabieta.
La madre cede, baja hasta el garaje (por eso llegan tarde) y saca la puñetera bici para que la niña se calme.
Ponen rumbo al cole: niña histérica, bici, viento y lluvia.
Arriesgado, irresponsable y hasta peligroso.
La delgada linea entre ser buena y ser tonta para mí se ha traspasado.
Entiendo y conozco la crianza natural. Pero creo que hay que poner límites.
Si a dos grados bajo cero y tu hija se empeña en salir con el disfraz de hada le dices NO.
Si se ponen a jugar en el vagón del metro al pilla-pilla en plena hora punta les dices NO.
Si con 7 años se empecina en pedir para reyes la réplica de coleccionista de la Estrella de la Muerte (por mucho que tú también la desees, friki-de-los-cojones) les dices NO.
Hay que poner límites, y hay algunos que son de sentido común.
No hay comentarios:
Publicar un comentario